¿Cómo lograr la eficiencia energética en un hospital?
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En América Latina hay hospitales que consumen más energía que instituciones de igual complejidad en Europa y hay centros de salud que no tienen suministro de energía para abastecer sus necesidades básicas.
Esta contradicción pone de presente las dos realidades que más frecuentemente se mencionan cuando hablamos de eficiencia energética: de un lado, la posibilidad de agotar las fuentes de energía y no poder seguir prestando servicios como lo hacemos hoy y tener que disminuir las condiciones sanitarias a límites no sostenibles y, de otro lado, la necesidad de usar energías renovables y gastar menos dinero y kilovatios en las actividades que realizamos día a día.
Por eso, los sistemas de salud latinoamericanas se beneficiarían con un mejor manejo de los recursos energéticos. Podrían disminuir el gasto y mejorar la rentabilidad; y podrían prestar más servicios a más personas si tuvieran una fuente estable y suficiente de energía.
Muchas instituciones sanitarias, comprometidas con el medio ambiente, el desarrollo sostenible y la salud, trabajan desde hace años en cómo mejorar el consumo de energía:
Hospitales de países que van desde México y Brasil hasta la India, Australia y Polonia han demostrado que pueden tomar medidas básicas para ahorrar dinero, fortalecer la capacidad de resiliencia de los establecimientos y aumentar su eficiencia energética entre el 20% y el 30%.(1)
La definición de eficiencia energética
La eficiencia energética es una de las metas importantes de cualquier proyecto de desarrollo sostenible. Un hospital que quiere calificarse en la categoría ecológica podría apropiarse de esta definición:
La eficiencia energética simplemente significa usar menos energía para realizar la misma tarea, es decir, eliminar el desperdicio de energía. La eficiencia energética trae una variedad de beneficios: reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, reducir la demanda de importaciones de energía y reducir nuestros costos. Si bien las tecnologías de energía renovable también ayudan a lograr estos objetivos, mejorar la eficiencia energética es la forma más barata, y a menudo la más inmediata, de reducir el uso de combustibles fósiles.(2)
El Ministerio Federal de Medio Ambiente, Conservación de Naturaleza y Seguridad Nuclear de Alemania define que
La eficiencia energética es un medio de medir el gasto energético necesario para lograr un determinado beneficio. Cuantos menores sean las pérdidas de energía para lograr un propósito específico, mayor será el grado de eficiencia energética.(3)
Algunas otras definiciones enlazan el consumo con la calidad de vida y proponen que la eficiencia energética se trata de optimizar los niveles de consumo para lograr «confort y servicios».
Esta última se ajusta bien a las necesidades de las instituciones de salud.
Consumo de energía en los hospitales
En los hospitales se requiere suministro de energía durante 24 horas los 365 días del año para iluminación, calefacción / aire acondicionado, sistemas de seguridad, de monitorización, ascensores, salas de urgencias, exámenes de diagnóstico, laboratorio, preparación de medicamentos, esterilización, quirófanos, labores de limpieza y mantenimiento.
Esta es una de las razones por las cuales el sector de la salud es reconocido como un gran consumidor de energía. Su producción es continua y no es posible suspenderla durante algunas horas o semanas, como ocurre con otros sectores.
La segunda razón por la cual es reconocido es por el uso extenso de energía proveniente de combustibles fósiles para el calentamiento de agua. Estos son los que más impacto generan al cambio climático y a la calidad del aire.
Normalmente, el mayor consumo se encuentra en los sistemas de aire acondicionado y calefacción, equipos eléctricos e iluminación.
Buscar las oportunidades energéticas
En muchos casos, los servicios de salud se prestan en instalaciones antiguas, con infraestructura energética obsoleta. Además, hay un bajo compromiso del personal en el ahorro energético y escasos datos de consumo de energía.
Atender esos cuatro factores ya será una gran oportunidad para mejorar y lograr indicadores de eficiencia.
Esta es una forma de lograrlo:
La primera necesidad es conocer el consumo y las necesidades de servicios y compararlo con otros países y otras instituciones de similar complejidad para dimensionar el problema. Por ejemplo, en un estudio realizado en Chile en 2008, se encontró que el índice de consumo de energía entre el hospital Luis Calvo Mackenna con un hospital de estándar semejante en Francia muestra una diferencia de 10,8 a 4.00 en consumo MWh/cama/año.(4)
Después de evaluar qué tan problemática es la situación, las mediciones servirán para el proyecto de mejoramiento continuo. Normalmente, se esperan reducciones año a año del diez por ciento.
La intención al realizar el diagnóstico es encontrar las fugas y excesos de energía: qué edad tienen los equipos, qué tipo de iluminación se utiliza, cuál es el estado de techos, ventanas y puertas, cuáles son las zonas de alto consumo de aire acondicionado, qué fuentes de energía se utilizan por servicio/equipo y cómo están los medidores.
La institución podrá realizar la revisión con su personal o contratar un proveedor experto en el diseño de sistemas de gestión energética.
Lo interesante de esta parte del proyecto es observar y entender el entorno desde una nueva mirada y contestar las preguntas pertinentes. Por ejemplo, al revisar el trabajo de lavandería y esterilización, cabe la consulta de cómo es posible reducir los ciclos sin aumentar el riesgo de infección(5); al indagar sobre los equipos de aire acondicionado, vale preguntarse si es posible programar el encendido y apagado; al revisar la iluminación, debería surgir la pregunta sobre los sensores, sobre el responsable de apagar los aires acondicionados/calefacción de un servicio definido, si será necesario encender lámparas en un área por la que entra suficiente iluminación por las ventanas. Incluso, preguntarse si hay unas horas de alto consumo, que podrían afectar la forma de facturar los servicios y si es posible reducir la carga realizando ciertas tareas en otro horario.
Al detectar estos problemas y realizar los ajustes se observarán importantes beneficios con una inversión relativamente baja.
Después, se podrán planear otros proyectos que permitirán un avance mayor hacia la eficiencia energética:
La segunda fuente de ahorro es el comportamiento de las personas, tanto del personal como de los pacientes.
El personal es quien detecta inmediatamente un espacio con una temperatura inadecuada para el confort y los requerimientos técnicos, bien sea por una falla técnica o por una condición meteorológica. El uso de los aires acondicionados o la calefacción no tiene que ser siempre el mismo en todas las áreas. Si afuera hace frio o el calor aún no ha entrado por las paredes, no es necesario poner a funcionar los equipos de climatización en ciertas zonas. Para los usuarios debe ser claro que no todas las áreas o servicios tienen las mismas necesidades.
En ese orden de ideas, se debe aprovechar la posibilidad de ventilación natural donde sea posible; la instalación de equipos de ventilación con reguladores para aumentar su potencia cuando sea mayor la necesidad; y el uso de equipos diferentes en zonas donde sea obligatorio los equipos de circulación de aire para minimizar el riesgo de infección, haciendo circular el aire de las zonas limpias a las zonas de más alto riesgo de presencia de virus y bacterias.
La cultura de encender y apagar equipos y de llamar y hacer caso a la llamada de alguien anunciando algún problema ahorra mucho dinero a la institución.
En Colombia, según datos del Ministerio de Minas y Energía,
Si bien el porcentaje de consumo de energía eléctrica solo alcanza en promedio un 20% del consumo total de energía en un hospital, los costos de electricidad representan en la práctica más del 40% de los costos totales en energía, ya que tiene un elevado precio por unidad de energía.
¿Sucede algo similar en otros hospitales?
Una medida necesaria en el proyecto será la de revisar las condiciones de compra de electricidad, y verificar si es posible negociar el tipo de contrato y el precio de potencia y de trabajo.
La segunda, es verificar qué otras fuentes de energía serían posibles en la zona y en la edificación. Por ejemplo, para el suministro de energía para iluminación y calentamiento de agua se pueden aprovechar los paneles solares, los sistemas mixtos de energía, la energía eólica o los biocombustibles, considerados fuentes limpias y renovables de energía.
En España, el hospital público Infanta Sofía de Madrid aplicó un proyecto de eficiencia en energía y logró cambiar al 100% las fuentes de energía: toda la energía que utiliza es de origen renovable(6), lo que ha permitido rebajar un 50% sus emisiones de CO2 en cinco años.
Las fuentes renovables son especialmente útiles en regiones sin acceso a la electricidad o donde el suministro sea especialmente costoso. Allí, se puede aprovechar la aparición de dispositivos médicos que funcionan con niveles de energía escasos o nulos y la disminución de procesos internos y cargas innecesarias de consumo.
Finalmente, es preciso verificar si los sobrantes de calor y energía pueden ser aprovechados para otros servicios, para beneficio de la comunidad o para la industria o el comercio instalado en la zona.
El diseño del plan debe contemplar medidas de bajo costo e impacto seguro en el ahorro del consumo, proyectos que requieren algo de inversión y eventualmente, la construcción de nuevas sedes con características de arquitectura e ingeniería sostenibles.
Las medidas simples se refieren a las campañas para una cultura de ahorro, las reparaciones urgentes, el cambio a luminarias de bajo consumo y los trabajos de mantenimiento programado y preventivo a todos los equipos y a la infraestructura.
Las soluciones de baja inversión suponen la adquisición de sensores electrónicos, medidores de temperatura para controlar todos los equipos, temporizadores y cambios de los equipos de más consumo a equipos más eficientes.
Finalmente, la decisión puede ser la construcción de una nueva sede que permita el uso de fuentes de energía renovable para la producción de agua fría para los sistemas de aire acondicionado, condensadores para intercambio de calor, condiciones óptimas para aprovechar la luz y el aire natural y sistemas mixtos para cubrir todas las necesidades de servicios y confort.
En muchos casos, las primeras medidas de bajo costo tienen un efecto económico inmediato. En otros, es necesario un soporte económico.
De acuerdo con el Consejo Colombiano de Construcción Sostenible, los sobrecostos asociados a la construcción de edificaciones sostenibles en el país son menores al cinco por ciento con periodos de recuperación de la inversión que varían entre tres a cinco años.
Los planes de financiación de estos proyectos son posibles desde el sector financiero y también desde los proveedores de energía y servicios relacionados con la eficiencia energética, como auditores, gestores de sistemas energéticos y equipos de energía.
Conclusión
Uno de los proyectos de sostenibilidad más interesantes en las instituciones sanitarias en América Latina puede ser el de la eficiencia energética. Es una oportunidad de ahorrar dinero, hacer cambios a fuentes de energía renovables y buscar la salud de todos. Atender estos cuatro factores es la clave para lograr la eficiencia energética: estado de la infraestructura y prácticas comunes susceptibles de mejora, mediciones de consumo, búsqueda de nuevas fuentes de energía y cultura de los usuarios.
(1) https://www.hospitalesporlasaludambiental.net/energia/
(2) https://www.eesi.org/topics/energy-efficiency/description
(3) https://www.bmu.de/en/topics/climate-adaptation/energy-efficiency/what-does-energy-efficiency-mean
(4) https://energypedia.info/images/f/fd/Eficiencia_energetica_en_hospitales_publicos_GTZ.pdf
(5) Al hacer el cambio a ropa quirúrgica de uso único, los ciclos de esterilización se reducen hasta en un 45%.
Por Katy Schuth B. – Redactora