Cambios en la central de esterilización
por la pandemia
Cuando en el mundo aparece una nueva enfermedad infecciosa y rápidamente escala a pandemia, los profesionales que hacen parte de los comités de epidemiología y bioseguridad en las instituciones de salud deben trabajar duramente en revisar los procesos, reorganizar las actividades, capacitar y vigilar el desarrollo de la enfermedad.
Ahora, ante la aparición del nuevo coronavirus Covid-19, la pregunta es: ¿hay algo que puedas hacer para mejorar las prácticas en la central de esterilización y aplicar nuevos criterios de calidad, seguridad y economía de recursos?
Es momento de revisar.
Muchas jefes de centrales de esterilización comenzarán por examinar sus protocolos. Empezarán a verlos como si fuera la primera vez que debieran definirlos. ¿En qué parte del proceso hay más riesgo? ¿Qué hacemos bien? ¿Cuándo pueden ocurrir fallas que aumenten los pacientes infectados de COVID-19 y de otras infecciones intrahospitalarias? ¿Qué información disponible hay en el medio? ¿Tenemos todos los recursos necesarios? ¿En qué momento puede infectarse nuestro personal?
Primero lo primero
Para muchos líderes de las centrales de esterilización esta es una coyuntura difícil. No existe mucha información científica disponible sobre coronavirus COVID-19 y esterilización, en cambio sí circula información que ayuda a crear un ambiente de pánico.
El miedo al contagio, la inseguridad frente a las nuevas necesidades de la institución, la certeza de la dimensión histórica de esta pandemia, son sentimientos normales en esta época. Todos esos sentimientos pueden reunirse en este: vulnerabilidad.
Un buen comienzo, dirían muchos sicólogos.
La “fragilidad” nos reubica de frente a nosotros mismos, a lo que somos como personas y profesionales. Y, acto seguido, nos lleva al otro.
Se redescubre entonces la necesidad de protección.
La vulnerabilidad es el seguro para ajustar la mira y emprender las acciones necesarias para guiar al equipo de trabajo a partir del nuevo coronavirus y para el futuro.
¿Qué se ve bajo la lupa?
Muchas instituciones han asumido seriamente el tema de la humanización en la asistencia sanitaria. El ser humano es la prioridad. Pero ahora, gracias el COVID-19, hay una novedad: el paciente seguirá siendo la razón de ser y el personal de la salud adquirió más importancia. El orden cambio así:
Lo primero es cuidar al personal de la salud, a su familia.
Lo segundo, cuidar al personal de salud es cuidar a la comunidad.
Por eso, el primer protocolo a revisar o elaborar es el del autocuidado:
El reto será: ningún colaborador de la central de esterilización, ninguno de sus familiares, ninguno de sus vecinos, será contagiado.
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El lavado de manos, los jabones, el saludo, los besos a los niños, el comportamiento en el transporte, el correcto uso del equipo de protección personal son algunos de los temas a abordar.
Tomar todas las medidas que contribuyan a disminuir el riesgo de infección, mitigará el miedo. El trabajo se hará con más seguridad.
El riesgo biológico
Ante el Covid-19 el mayor riesgo es el biológico.
Al revisar el protocolo puede pasar que encuentres estas realidades:
Este parece un buen momento para compartir conocimiento, aprender y revisar todo de nuevo. El reto es: ¿qué cambiar para mejorar, para aumentar la seguridad que ofrece la central de esterilización?
Teniendo en cuenta las características del COVID-19 conocidas hasta la fecha, con la evidencia científica disponible hasta ahora, podrás discutir con tu equipo y colegas las mejores alternativas para la central de esterilización.
Por ejemplo, teniendo en cuenta que el coronavirus COVID-19 se inactiva fácilmente, será obligatorio aplicar una desinfección a los dispositivos médicos de una solución de hipoclorito sódico al 0,1 %, etanol al 62-71 % o peróxido de hidrógeno al 0,5 % durante un par de minutos para eliminar el virus? ¿Bastará agua y jabón?
La decisión es una mezcla de criterio técnico, económico y calidad, con experiencia, lógica y sentido común.
Sabemos que el coronavirus puede permanecer activo en superficies, telas, piel, materiales metálicos y plásticos durante muchas horas. Un gran riesgo.
Es probable que el virus esté presente en las superficies, equipos, instrumental usado y no usado, telas, batas, cajas, materiales. Los colaboradores de la central de esterilización podrían estar cerca del virus durante la recepción, manipulación y transporte.
¿Valdrá la pena incrementar la frecuencia de lavado de manos? ¿Y la limpieza de superficies? Aunque estén acostumbrados al manejo del equipo de protección personal recomendado para el coronavirus, ¿se podrá mejorar algo? ¿Qué se puede implementar demás para evitar errores?
Las decisiones contribuirán a la seguridad de las personas.
Mejorar la eficiencia de la central de esterilización
Durante una pandemia las tareas en la central de esterilización se pueden incrementar por el volumen de pacientes. Más actividad puede traducirse es más posibilidades de errores o en tener que tomar decisiones para agilizar el trabajo -como más procesos flash- y cumplir con todas las áreas de la institución.
¿Cómo hacer para disminuir los riesgos de infección sin reventar a la central de esterilización?
Evitar reprocesos.
Las envolvederas son la clave para evitar reprocesos. La recomendación que se hace a las centrales de esterilización en el mundo entero es usar envolvederas para esterilizar en tela no tejida. Su característica esencial es ser barrera antimicrobiana, no dejar que los microorganismos ni el polvo, traspasen la tela no tejida y lleguen a los materiales, equipos e instrumental.
Este beneficio no es propio de la muselina o la tela de algodón. Pruebas realizadas muestran cómo aún después del primer uso pueden perder hasta un 45% de la capacidad de barrera y deben desecharse después de 50 a 70 usos.
Además, durante la pandemia y mientras todo el personal de la central de esterilización cumpla con los protocolos, los equipos e instrumentos estarán más seguros con envolvederas en tela no tejida o de uso único.
¿Por qué?
En resumen, la tela no tejida es más eficiente a la hora de proteger los dispositivos médicos que van a ser sometidos al proceso de esterilización y a la hora de mantener los equipos estériles por más tiempo en anaqueles antes de ser utilizados de nuevo. El resultado es menos reprocesos, menos cargas y más seguridad y economía.
Disposición final de desechos de la central
El último momento de alto riesgo durante las pandemias es el manejo de los desechos. Las preguntas claves serán:
En Colombia, por ejemplo, las envolvederas para esterilizar fabricadas en tela no tejida de polipropileno 100% y que no hayan estado en contacto con fluidos pueden ser clasificadas como residuos no peligrosos aprovechables. (Resolución 1407 de 2018, por la cual se reglamenta la gestión ambiental de los residuos de envases y empaques de papel, cartón, plástico, vidrio, metal).
En algunas instituciones aprovechan las envolvederas en tela no tejida no contaminadas como souvenirs, haciendo bolsas para que los pacientes guarden sus pertenencias. En otras, organizan la disposición final ofreciéndolas y vendiéndolas a empresas recicladoras o gestoras de residuos que los transforman en materia prima para la elaboración de nuevos productos.
La gestión del líder
Finalmente, la gestión del líder durante una pandemia será vital. Confortará al equipo, activará su compromiso con los «otros», los pacientes, los profesionales de la salud, sus compañeros de trabajo, su familia, su comunidad. Guiará, entrenará, enseñará para evitar errores, fallas en la ejecución de las tareas. Detectará miedos y los eliminará con buenas razones para instalar en su lugar la confianza y la seguridad. Elevará la dignidad de la central al concientizar a la institución de que no se trata solo de equipos, dispositivos médicos, desinfectantes e indicadores. Ante todo, se trata de un equipo de colaboradores con familia, sueños, necesidades que, si se les deja, mostrarán la esencia de su ser humano.
Las crisis son duras escuelas de buenos aprendizajes. Esta es una época para revisar con ojo experto el proceso de la central de esterilización. De colaborar con otros colegas. Estudiar. Depurar. Y muy especialmente, en mirar con atención a las personas del equipo.
Por Katy Schuth B. – Redactora