Actualizado agosto 18 – 2022
Publicado marzo 16 – 2020
Cuál es el problema de entrar en contacto
con los fluidos de un paciente
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El personal de salud está en riesgo permanente de entrar en contacto con fluidos corporales de los pacientes durante sus prácticas médicas y tareas de bioseguridad. Los accidentes laborales pueden presentarse durante las cirugías, las tomas y análisis de laboratorio, la atención a un paciente, la curación de heridas, los procedimientos quirúrgicos, los partos y las tareas de limpieza.
Al llegar a la institución sanitaria, un paciente puede tener un virus, una bacteria o un hongo patógeno, sin embargo, los profesionales de la salud que lo atienden aún no lo han descubierto, sus fluidos corporales podrían estar contaminados y mientras permanece en atención médica estará contaminando el entorno. Ese es el problema.
En la piel, la saliva, la secreción nasal, la sangre y otros líquidos corporales pueden estar presentes virus, bacterias y hongos, que transmiten infecciones de persona a persona. Un paciente débil por su enfermedad puede ser portador de muchos microorganismos patógenos. El personal podrá entrar en contacto con sus fluidos fácilmente, contaminándose y podrá continuar transmitiendo a otras personas al tocarlas, hablarles e intervenirlas sin la protección adecuada.
Por eso, en 1987, el Centro de Control de Enfermedades, CDC, en Atlanta, Estados Unidos, fijó este criterio que aún hoy se mantiene: todo paciente, diagnosticado o no con alguna infección, debe ser “considerado potencialmente infectante”.
Es una medida drástica pero necesaria.
El CDC creó una guía universal para la prevención y control de transmisión de infecciones de pacientes a personal de la salud, que se conoce en todo el mundo como Precauciones universales. El manual está basado en evidencias científicas y busca que en cualquier entorno de atención médica la práctica sea segura.
Líquidos de precaución universal
No todos los fluidos de los pacientes ofrecen alto riesgo. Por ejemplo, el sudor, la orina, las heces, la saliva, la secreción nasal, el vómito y el esputo, sí son potencialmente infectantes al estar contaminados con sangre. En ocasiones, la presencia de sangre se observa a simple vista, en otras se conoce por los exámenes de diagnóstico.
CDC determinó que unos fluidos sí representaban -de acuerdo con las evidencias- mayores riesgos, porque eran portadores de microorganismos patógenos que podrían transmitir fácilmente el SIDA, la hepatitis B y la hepatitis C. Estos son:
Los tejidos y materiales que hayan tenido contacto con estos líquidos, como dispositivos médicos, equipos, instrumental, superficies, ropa hospitalaria, deben ser considerados material potencialmente infeccioso (MPI).
Cuándo sucede el contagio
Muchas de las situaciones durante la atención sanitaria no representan alto riesgo, bien porque el paciente no presenta infección, o bien porque el receptor -el personal de la salud- está protegido.
Sin embargo, sí hay ocasiones de mayor riesgo. Se puede contraer cualquier infección mientras se atiende a un paciente, se trabaja con los desechos biosanitarios, o se expone la piel y las mucosas al contacto con los líquidos de precaución universal, de manera directa o indirecta.
Esto no debería suceder, pero sucede.
Durante la atención a un paciente o mientras realizan tareas en las que manipulan tejidos y materiales contaminados con los líquidos de precaución universal, se pueden contraer estas enfermedades:
Cómo se transmite la infección
Los líquidos corporales de un paciente pueden contener microorganismos patógenos, capaces de provocar enfermedades. Las bacterias, virus y hongos son oportunistas y están a la “espera” de un nuevo huésped donde continuar su desarrollo.
La transmisión del microorganismo infectado se presenta en una de estas dos situaciones:
Muchos microrganismos, como el virus de la hepatitis, pueden permanecer en superficies (camillas, camas, mesas), equipos y ropa hospitalaria durante días. Cualquier persona puede entrar en contacto y comenzar un proceso infeccioso. El riesgo también es para los pacientes y sus acompañantes. Pueden tocar una camilla infectada, por ejemplo, o recibir atención sanitaria con equipos contaminados.
Estos accidentes ocurren en los hospitales, centros de salud, laboratorios, morgues y también en consultorios privados.
Los protocolos de bioseguridad deben asumir esta realidad y activar los mecanismos de prevención, porque no se trata de “gajes del oficio”, sino de enfermedades que se pueden evitar.
Medidas de prevención
Las recomendaciones del Centro de Control de Enfermedades (CDC) son amplias y seguras. Abarcan desde la limpieza y la higiene con agua y jabón hasta la práctica de los protocolos con agujas y cirugías.
Muchas de las prácticas incluyen este criterio: crear barreras adecuadas entre los líquidos de los pacientes y los profesionales de la salud.
Consideremos estos dos tipos:
Conclusión
El contacto con los líquidos de precaución universal de los pacientes es un riesgo biológico permanente para el personal de salud, que puede derivar en una infección. La mejor forma de evitarlas es considerar, como lo recomienda la CDC, a todos los líquidos corporales de un paciente como potencialmente peligrosos. El uso de ropa hospitalaria, dispositivos médicos y equipos de protección personal adecuados son esenciales en la prevención de infecciones y control de la transmisión.
Por Katy Schuth B. – Redactora