Actualizado agosto 13 – 2024
Publicado agosto 19 – 2021
Qué es primero:
la protección o el autocuidado
Tiempo de lectura:
5 min
¿Por qué un trabajador prefiere trabajar en el techo sin usar los elementos de seguridad para actividades en altura? ¿Porque esa es su costumbre? O, ¿porque no le teme al riesgo? Si le preguntáramos a un cirujano por qué utiliza batas y campos quirúrgicos y batas tradicionales, ¿contestaría que esa es su costumbre y que no espera una posible infección por el contacto con los fluidos del paciente? Tal vez, ambos personajes valoran más su vocación que exponerse a condiciones en las que peligra su vida.
En ese caso valdría la pena formular de nuevo la pregunta: ¿Subirías a un piso alto a trabajar, sin elementos de protección personal, a sabiendas de que vas a caer? ¿Cómo personal sanitario, te expondrías deliberadamente al riesgo de contagio de VIH o Covid-19? Muy seguramente, en estos casos las respuestas serán diferentes.
La mayoría de las personas, tenemos una tendencia a subestimar la probabilidad de que nos ocurran eventos negativos y a sobreestimar la probabilidad de que nos ocurran eventos positivos. En el contexto laboral, este sesgo puede llevar a los trabajadores a ignorar o minimizar los riesgos asociados con sus tareas.
Esto podría explicar que «Entre el 12% y el 14% de las lesiones laborales que resultan en discapacidad total son causadas por empleados que no usan el EPP adecuado.»[1]. En otro estudio, «los investigadores realizaron 325 observaciones del personal sanitario sobre la adherencia a las precauciones de contacto y gotitas y observaron 283 fallas. De estas fallas, 102 fueron desviaciones de las prácticas o procedimientos operativos seguros, como ingresar a una habitación sin ponerse el EPP o no ponerse la bata por completo; se identificaron 44 errores de proceso o de procedimiento, como ser interrumpido mientras se quitaba el EPP, y se identificaron 37 deslices o lapsus, como autocontacto involuntario sin conciencia.»[2]
Otros análisis detallan que las deficiencias en el diseño de los EPP dificultan que las personas los usan bien. Producen calor, son incómodos, difíciles de poner y quitar, pesados o no se les considera protectores seguros.
Definiciones de autocuidado y seguridad en el trabajo
Según la Constitución de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), «los trabajadores deben estar protegidos contra las enfermedades en general o las enfermedades profesionales y los accidentes resultantes de su trabajo». La práctica ha llevado a las organizaciones a crear comités en los que se evalúan y controlan los riesgos. Hoy, sabemos que el uso adecuado de EPP puede prevenir el 37,6% de las lesiones y enfermedades laborales (OSHA).
Por su parte, podemos definir al autocuidado como la libre decisión que realizan las personas para mantener su salud y seguridad y actuar en favor de otras personas en su entorno familiar, social y laboral. Así, quien se autocuida tiene una percepción positiva de sí mismo y de los otros: cree que se es valioso solo por el hecho de existir.
En el ambiente laboral, el autocuidado se relaciona con las actividades de bienestar que las personas realizan, como hacer deporte, alimentarse bien o realizar actividades de crecimiento personal; y con el manejo de los factores de riesgo durante su trabajo.
Estrategias de autocuidado y protección personal
Muchas organizaciones han experimentado que al darle valor al autocuidado es posible mejorar la salud en el ambiente de trabajo. Otras implementan programas de autocuidado cuando se sienten “maduras” en los temas de seguridad y salud. Asumen que han logrado disciplina y conciencia de salud y, por lo tanto, el concepto de cuidar de sí será más fácil de asimilar.
En ambos casos, los planes atienden las necesidades de las personas, la salud de los seres humanos que comparten un lugar de trabajo. Y al mismo tiempo, reconocen que un entorno saludable propicia la productividad, la motivación, la satisfacción y calidad de vida en general.
Podemos asegurar que tanto el autocuidado como la protección personal son susceptibles de entrenamiento: es posible corregir creencias con respecto a los riesgos y la vida, el destino y las consecuencias de un accidente laboral; así mismo, pueden elevarse las emociones y los afectos para darle más sentido al cuidado; y administrar los conocimientos sobre el uso adecuado de los EPP.
En general, podemos afirmar que un programa ideal es el que logre:
Resultados esperados
Si bien el «autocuidado se enfoca dentro de la promoción de la salud como una forma de construir vida saludable»[3], no se cuenta con investigaciones que demuestren los beneficios de su aplicación en las organizaciones.
Se han realizado pequeños estudios. En uno se detectó que disminuyó el estrés de las enfermeras y su deseo de abandonar el puesto de trabajo. La rotación del personal mejoró. Otra investigación reveló que, para un grupo de enfermeras de UCI, el autocuidado superaba las fronteras de la salud física y resaltaban la importancia de la salud mental y el permiso de ser quien se es como estrategias para liberar estrés.
Sin una gestión personal, los programas de seguridad en el trabajo no suelen funcionar bien. Por eso conviene diseñar estrategias de autocuidado y de salud y seguridad en el trabajo que involucren el autoconocimiento, el desarrollo emocional, intelectual, físico y trascendental y el fortalecimiento de habilidades cognoscitivas, afectivas y sociales.
Implementar programas de autocuidado en conjunto con estrictas medidas de protección personal puede ser la clave para alcanzar un ambiente laboral saludable, productivo y motivador. Las organizaciones deben reconocer la importancia del equilibrio entre la seguridad estructurada y la responsabilidad individual en el mantenimiento de la salud y la seguridad laboral.
[1] Nilufer Kursunoglu, Seyhan Onder,Mustafa Onder, The Evaluation of Personal Protective Equipment Usage Habit of Mining Employees Using Structural Equation Modeling
[2] Sujan C Reddy, Amy L Valderrama, David T Kuhar, Mejorar el uso de equipos de protección personal: aplicar las lecciones aprendidas, Clinical Infectious Diseases , Volumen 69, Suplemento del número 3, 1 de octubre de 2019, páginas S165–S170, https://doi.org/10.1093/cid/ciz619
[3] Mabel Rocío Hernández SELF-CARE AND HEALTH PROMOTION IN THE WORKPLACE
Por Katy Schuth B. – Redactora