En tu hospital, ¿hay adherencia
a las prácticas de bioseguridad?
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Las normas, protocolos y manuales de bioseguridad de instituciones de la salud están diseñados para disminuir los riesgos laborales y las infecciones asociadas a la atención sanitaria. Sin embargo, las cifras de infecciones nosocomiales alertan sobre la posible no adherencia a las prácticas seguras.
¿Sucede algo así en tu institución?
Garantizar la seguridad del paciente mientras se encuentra en el hospital y otras instalaciones sanitarias es un importante problema de salud pública internacional, siendo las IAAS los eventos adversos más comunes en cualquier sistema sanitario en países de ingresos altos y bajos. Cada año, cientos de millones de pacientes hospitalizados se ven afectados por IAAS, lo que provoca una morbilidad, mortalidad y pérdidas económicas sustanciales para las personas, las comunidades y el presupuesto público de salud (1).
Se afirma que las infecciones intrahospitalarias son la segunda causa de muerte más prevalente a nivel mundial. Según la Organización Mundial de la Salud, OMS, en los países desarrollados, el 7% de los pacientes adquieren al menos un tipo de IAAS. En los países en desarrollo esta cifra se calcula en el 10%, de los cuales, a su vez, el 10% muere.
La preocupación por mejorar estos indicadores se basa en:
Es evidente que los centros de salud son espacios de alto riesgo de infecciones. Sin embargo, se ha descubierto que es posible disminuir el contagio si se adoptan las medidas correctas. Por ejemplo, se estima que la práctica de higiene de manos puede reducir entre un 70% a un 40% las infecciones nosocomiales. No obstante, la adherencia a este protocolo en el mundo puede ser inferior al 50%.
¿Por qué ocurre esto?
Las causas de la no adherencia
Los argumentos de los profesionales para no adherirse al cumplimiento de protocolos y barreras de bioseguridad son de distinto orden. Por ejemplo:
Así mismo, se presentan problemas por usar guantes y no cambiarlos entre pacientes, por diseñar turnos con personal que trabaja en otras instituciones con niveles de exigencia diferentes y por una gran autoconfianza del personal de más edad.
Un estudio realizado en Brasil al personal de enfermería encontró que no cumplían las medidas de bioseguridad por:
La escasa disponibilidad de equipos, la sobrecarga de trabajo, la precariedad de la infraestructura física, la dificultad para adaptarse al uso del EPP, la falta de tiempo, la autoconfianza y la jornada de trabajo. Como resultado, la tasa de accidentes sigue siendo alta, con el consecuente impacto en la vida de los trabajadores, así como pérdidas económicas por el costo de la profilaxis, en su mayoría derivadas del descuido o uso indebido de los EPI disponibles (2).
Otras observaciones demuestran que la adherencia a los protocolos de bioseguridad, que habían demostrado ser efectivos, se va perdiendo. Con el paso del tiempo o la disminución de la vigilancia, los médicos dejan de participar en el cumplimiento de los protocolos. Argumentan que hay demasiada información, que las normas son difíciles de implementar, que una norma desactiva la seguridad de otra o que en realidad no tienen claridad sobre el porqué de la norma que se pide cumplir.
También, se subraya que instrucciones tan aparentemente simples como dónde disponer qué tipo de residuo no se cumplen bien. Con frecuencia, las personas no saben si dejar un vaso desechable de café en un recipiente de restos de alimentos o de cartón, o utilizan inadecuadamente el recipiente de residuos peligrosos aumentando el costo de su eliminación.
¿Cómo lograr que los principios de bioseguridad se cumplan?
Un pequeño estudio en Brasil a estudiantes de fisioterapia encontró que, en la medida en que los encuestados avanzaban en el programa, aumentaba la información y conciencia sobre bioseguridad.
Otro experimento, en el Reino Unido, hace un par de años, fracasó al recordar la higiene de manos al personal con una grabación. Pero tuvo éxito cuando, en lugar de dar la orden, activaba una felicitación cuando se abría el grifo de agua. El personal se tomó más tiempo para lavarse las manos y lo hacía con regularidad.
Se ha observado que, a mejor equipo de protección personal, mayor adherencia a las normas de precaución universal.
¿Dan estos ejemplos alguna idea de cómo gestionar los principios de bioseguridad en la institución de salud?
Pareciera que los protocolos de bioseguridad deberían partir del análisis claro del porqué no se cumplen las normas de precaución universal o qué está impidiendo la adherencia a normas que están diseñadas para hacer el bien. Indagar es un primer paso. Luego, un plan estratégico podría desarrollar estos aspectos:
Para lograr una atención con bajos indicadores de IAAS y alta calidad, parece necesario aumentar la conciencia sobre el efecto de las infecciones en la institución y la sociedad. La resistencia a la adhesión a los protocolos puede cambiar con una mejor formación. De hecho, las campañas de la OMS sobre higiene de manos, por ejemplo, demuestran cada vez mejores resultados.
La buena información puede ayudar al personal a adoptar conductas preventivas, detectar los peligros más fácilmente, mejorar sus habilidades y desear obtener resultados favorables en el control de infecciones.
En una institución de salud, todos son importantes para cumplir el objetivo. Involucrar al personal en las metas es parte del proceso para mejorar la adherencia. Sentirse parte de un proyecto importante, que tiene impacto en la comunidad y en la ciencia, animará especialmente a los más jóvenes.
¿Cómo?
Tal vez utilizando técnicas de enseñanza más efectivas. Por ejemplo, ya se ha medido que el impacto en el aprendizaje de las clases magistrales es escaso. En cambio, tener la experiencia, aprender haciendo, es la mejor. Una combinación de técnicas puede ayudar a adquirir más conocimientos, incorporar valores y desarrollar habilidades.
Así mismo, es posible educar a pacientes y acompañantes en mejores prácticas de bioseguridad durante su permanencia en la institución. Videos, cartillas, mensajes grabados ayudarán a fomentar la higiene de manos y el uso de mascarillas. Una mayor dedicación de los profesionales de la salud a las instrucciones del manejo del paciente una vez se ha dado de alta, evitará, por ejemplo, su reingreso por complicaciones derivadas de infecciones.
La promoción del uso de barreras efectivas en cada área o servicio del hospital es necesaria para crear un ambiente de trabajo seguro, en el que se minimicen los riesgos de contagio y el autocuidado sea una conducta general. Así, por ejemplo, enseñar la forma correcta de usar los elementos de protección personal (mascarillas, gorros, batas, guantes, polainas) tendrá sentido si se relaciona con el deseo de dar bienestar y salud al personal y a los pacientes que están expuestos a los riesgos.
Analizar el por qué no hay adherencia es la clave para iniciar un proceso de aprendizaje.
¿No se utilizan las barreras por falta de tiempo? Tal vez sea posible eliminar algún proceso para ganar tiempo o tal vez sea suficiente con darle importancia a la tarea de protección y cuidado del otro para que el tiempo aparezca.
¿Falta equipamento? ¿No hay espacio para aislar a pacientes infectados? ¿Están utilizando las batas adecuadas para cada tarea? ¿Se disponen de paños adecuados para la limpieza? ¿Se inmunizó al personal? ¿El personal está entrenado en limpieza?
Los factores que impiden cumplir los protocolos para cortar la transmisión de infecciones deben ser eliminados.
El énfasis en el cuidado del medio ambiente exige desarrollar estrategias de capacitación para el cumplimiento de las reglamentaciones locales en el manejo de residuos. La separación correcta desde la fuente, el reingreso de materiales a la producción o manufactura de nuevos productos y el extremo cuidado de los residuos contaminantes deberían ser proyectos inspiradores en una institución de salud.
Conclusión
Los riesgos de contaminación en una institución de salud no pueden eliminarse totalmente, pero sí es posible disminuirlos de manera importante con la adhesión a los protocolos de bioseguridad. Diseñar estrategias de formación permanente, crear planes inspiradores, comunicar los resultados y eliminar los obstáculos para utilizar correctamente las barreras, ayudarán a prevenir infecciones y disminuir los riesgos de accidentes laborales.
(1) Mainul Haque, Judy McKimm, Massimo Sartelli, Sameer Dhingra, Francesco M Labricciosa, Salequl Islam,6 Dilshad Jahan, Tanzina Nusrat, Tajkera Sultana Chowdhury, Federico Coccolini, Katia Iskandar, Fausto Catena, and Jaykaran Charan, Strategies to Prevent Healthcare-Associated Infections: A Narrative Overview. Se puede ver en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7532064/
(2) Aline Maria Veras Mendes,1 Magda Milleyde de Sousa Lima,1 Dariane Veríssimo de Araújo,1 Izabelle Mont’Alverne Napoleão Albuquerque,1 Luciana Maria Montenegro Santiago,1 and Lívia Moreira Barros1 Adherence to standard precaution measures between pre-and in-hospital emergency nursing professionals in a northeast count. Se puede ver en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7363253/
Por Katy Schuth B. – Redactora