Actualizado febrero 28 – 2024
Publicado junio 16 – 2022
Construyendo conciencia:
sostenibilidad más allá de las palabras
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5 min
Probablemente tus amigos no tienen comportamientos tan sostenibles como tú. A algunos, es probable, que no les interese mucho el tema. Otros dicen ser ambientalistas, aunque en la vida diaria se muestren poco responsables con el medio ambiente. Este curioso comportamiento es material de investigaciones.
Al analizar qué tan amigables con el medio ambiente se consideran tus vecinos, colegas, amigos y familiares, probablemente te encontrarías con distintos niveles de conciencia de sostenibilidad. Unos se confesarían «cero interesados» en el tema, otros se calificarían como «interesado» y otros dirían de sí mismos, «activistas».
Si avanzas en la investigación, te darías cuenta de que los interesados y los activistas han adoptado comportamientos que ayudan al medio ambiente. Sin embargo, no siempre tienen conductas realmente sostenibles.
Este comportamiento de la sociedad desespera a los líderes ambientalistas en sus entornos y organizaciones e intriga a los científicos. Llevamos más de treinta años conversando en el mundo sobre la necesidad de cuidar el planeta, advirtiendo sobre el riesgo del calentamiento global, de la desaparición de especies vivas, de la urgencia de disminuir la huella de carbono para ser sostenibles y todavía hoy evidenciamos diferencias entre lo que queremos ser y lo que realmente hacemos.
¿Por qué, en plena era de la conciencia ecológica, la brecha entre el saber y el hacer ambiental sigue siendo tan amplia?
Tenemos cierta información relativamente clara sobre la responsabilidad de la humanidad en la crisis del cambio climático, pero eso no nos lleva a racionalizar el uso de la energía en nuestra vivienda.
Estamos muy incómodos con la mala calidad del aire y conocemos el daño a la salud y, sin embargo, no modificamos nuestro comportamiento del uso de los aviones, los carros, ni del transporte público.
Nos enojamos al ver las imágenes de animales atrapados con plásticos, de los desechos nadando en ríos y mares y de los niños que buscan algo valioso entre las basuras, pero no reciclamos bien.
Buscamos un estilo de vida sostenible, luego conseguimos productos eco-amigables pero compramos sin considerar la necesidad real, aumentando el problema de sobreconsumo y generando más residuos.
Queremos reducir la huella de carbono, pero tenemos todavía un uso excesivo de tecnología y dispositivos electrónicos, que eleva la demanda de recursos no renovables y generan desechos perjudiciales.
La verdad es que aún no atendemos los llamados de urgencia a cuidar la vida en el planeta. Muy pocos de los que se consideran amigos del medio ambiente tienen comportamientos conscientes de cuidado del medio ambiente.
La cadena valor-acción
Este comportamiento fue estudiado por Howard V. Stern, psicólogo social, y se convirtió en la teoría valor-creencia-norma (VBN), que trata de explicar, desde una perspectiva psicológica y sociológica, cómo los valores de los individuos influyen en sus creencias y normas, y cómo estos elementos motivan directamente el comportamiento proambiental. Lo principios fundamentales de la Teoría de Stern son estos:
Según este modelo, nuestra decisión de ir en bicicleta al trabajo, usar mascarilla o lavarnos las manos, dependerá de los valores que tengamos en relación con nuestro propio bienestar (valor de sí mismo), con el bienestar de los otros (valor altruista) y con el bienestar de la biosfera (valores biosféricos).
Se ha observado que los valores egoístas conllevan a tener poco interés por los asuntos ambientales; los valores tradicionales afectan positiva y significativamente las creencias de progreso; y los valores altruistas afectan directa y positivamente las creencias ambientales.
Muchos científicos del comportamiento coinciden en que la teoría sobre la importancia de los valores y creencias en el diseño de normas y comportamientos podría explicar por qué algunos grupos están a favor y otros en contra de la protección del medio ambiente. Así mismo, podría llevar a predecir qué comportamientos pro-ambientalistas esperar de alguien que ahorra agua y también recicla; y entender que un ahorrador de agua al lavar platos, regar plantas y tomar una ducha indica que ha desarrollado habilidades en el uso de los recursos.
Las recompensas como impulsores
De otro lado, algunos expertos discuten ampliamente una diferente explicación para los comportamientos humano: la recompensa esperada al obrar de una o de otra manera.
Algunos afirman que es más probable un comportamiento sostenible si el individuo percibe un costo real bajo en el esfuerzo. Por ejemplo, reciclar es de bajo costo, por lo tanto, muchos se animarán a hacerlo; en cambio, dejar de usar el automóvil o dejar de viajar en aviones se considera un comportamiento de alto costo y, por lo tanto, es probable que menos personas acepten ese esfuerzo.
Así mismo, el comportamiento también puede estar relacionado con el beneficio ambiental percibido. Por ejemplo, reemplazar las proteínas animales por proteínas vegetales, reemplazar los libros por computadores exigen una gran deliberación. Es probable que las decisiones a favor del medio ambiente sean más, si el efecto del esfuerzo individual en el bien colectivo se percibe como bajo.
Construir una conciencia sostenible
Estos primeros análisis te permiten disponer de algunos tips para avanzar en aumentar la conciencia sostenible entre los miembros de tu familia, en tu trabajo, tu barrio y con tus amigos. Podrías:
Investigación y redacción: Katy Schuth B.