6 claves para fortalecer
la bioseguridad en LATAM
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Las organizaciones que trabajan con riesgos biológicos enfrentan desafíos cada vez mayores. Los próximos años deben servir para diseñar protocolos de bioseguridad capaces de responder al cambio climático, el riesgo a nuevas pandemias y enfermedades, el manejo de residuos contaminantes además del trabajo con agentes infecciosos. ¿En qué nos debemos enfocar entonces?
A solo cinco años de la fecha límite de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, el mundo vive una peligrosa realidad: los sistemas de bioseguridad actuales muestran aún grietas frente a las amenazas que ya conocemos. El cambio climático, el bioterrorismo, la inminencia de nuevas pandemias y la resistencia antimicrobiana son desafíos críticos que pueden poner en jaque la sostenibilidad de nuestras organizaciones, de los sistemas de salud y la seguridad ambiental.
¿Estamos preparados en Latinoamérica para enfrentar estos desafíos? La experiencia de la pandemia por COVID-19 dejó claro que la vigilancia epidemiológica, la colaboración internacional y la innovación tecnológica son clave. Sin embargo, en nuestra región persisten barreras de financiamiento, desigualdad y falta de infraestructura, especialmente en áreas rurales. En este escenario, ¿cuáles deben ser las prioridades durante los próximos cinco años de los equipos de bioseguridad? ¿Qué debe cambiar en las organizaciones y en los hogares para prevenir otros eventos que nos hagan menos sostenibles? ¿Cómo nos vamos a preparar para evitar el colapso sanitario en el caso de una nueva epidemia o pandemia?
Los cambios que queremos ver los protocolos de bioseguridad
Podríamos esperar que, con una mayor colaboración interinstitucional e internacional, comenzáramos a ver cambios en nuestra manera de enfrentar los riesgos para la salud en los ambientes laborales y la seguridad ambiental. Los riesgos biológicos aumentan y, al mismo tiempo, son una oportunidad de crecimiento.
Este artículo llama la atención sobre seis ejes fundamentales que consideramos prioritarias para que las organizaciones en Latinoamérica enfrentemos los riesgos biológicos del siglo XXI: desde mayor financiamiento e innovación tecnológica hasta capacitación especializada y uso de EPP de calidad.
El futuro de la bioseguridad en Latinoamérica
Latinoamérica no tiene un avance homogéneo en temas de bioseguridad. La mayoría de los países tienen regulaciones y algunos deben mejorar su aplicación.
Países como Costa Rica, México, Honduras y Colombia pueden mostrar una mayor experiencia regulatoria en bioseguridad que naciones como Venezuela, Ecuador o Surinam[1]. Pero las desigualdades también se presentan al interior de los propios territorios, entre las zonas urbanas y rurales. Los esquemas de bioseguridad son insuficientes en las áreas rurales, debido a las dificultades para los controles, la escaza capacitación del personal y la inadecuada infraestructura para el manejo de residuos.
Esperar un sistema de bioseguridad uniforme para toda la región es poco viable a corto plazo. Sin embargo, lo que sí resultaría más efectivo es fortalecer la implementación de esquemas de bioseguridad que atiendan las necesidades y capacidades específicas de zonas, instituciones e industrias similares. Así, algunos podrán concentrar su atención en mejorar las prácticas de higiene y garantizar acceso a EPP de calidad, mientras otros podrán avanzar en sistemas automatizados de monitoreo o esquemas de control para laboratorios de recombinación genética, por ejemplo.
6 ejes para la bioseguridad en América Latina
Creemos que la bioseguridad en América Latina debe evolucionar para enfrentar los desafíos del siglo XXI, incluyendo la amenaza de nuevas pandemias, el cambio climático y la resistencia a los antimicrobianos. La inversión en tecnología, capacitación y colaboración internacional es fundamental para fortalecer los sistemas de bioseguridad en la región.
1. Aumentar los recursos:
Es necesario derribar una de las barreras claves de la bioseguridad: la falta de financiamiento específico. Es claro que los proyectos de protección de la salud y la seguridad ambiental sin dinero y recursos no prosperan. El futuro nos exige invertir en tecnología, entrenamiento y EPP seguros, no solo para cumplir las normas laborales, sino para procurar una cultura de seguridad ambiental y salud.
Las instituciones pueden aprovechar los recursos de los organismos multilaterales para obtener y organizar modernos sistemas de monitoreo y de análisis de datos y aumentar nuestras competencias en conocimientos científicos, comunicación y valoración del impacto de estas medidas en la sociedad.
2. Ajustar protocolos:
Los protocolos diseñados para altos niveles de seguridad desaniman a los usuarios en organizaciones con recursos insuficientes. Ajustar los protocolos a esquemas seguros y de bajo costo, adecuados para las distintas realidades de las organizaciones y zonas, es una ganancia. Poner a funcionar las normas escritas de bioseguridad nos habilitará para prevenir eventos sanitarios y enfrentarlos mejor cuando se presenten. Además, los futuros protocolos se pueden actualizar mejorando las prácticas para:
3. Robustecer el sistema epidemiológico:
Es deseable fortalecer todos los frentes del sistema epidemiológico en los países latinoamericanos. Esto no solo nos permitirá hacer frente a emergencias y brotes, también a recibir inversiones para la industria biotecnológica:
4. Aumentar el uso de tecnologías innovadoras:
Las soluciones para mitigar la exposición a riesgos biológicos llaman la atención por lo novedosas y efectivas. Hoy disponemos de telas de uso único con tecnologías aplicadas para la prevención de riesgos biológicos, luz ultravioleta para la desinfección, paños adsorbentes la desinfección y equipos microondas para el manejo seguro de residuos que puedan reutilizarse luego en otro ciclo de producción. Otros desarrollos podrían aparecer en nuestros protocolos:
5. Normalizar del uso de EPP de alta calidad protectora:
Un gran avance que minimizaría el riesgo biológico será el de normalizar el acceso a EPP de calidad, adaptado al riesgo. Los EPP permitidos deben garantizar la protección de la salud del usuario (reducción de las enfermedades infecciosas) y mantener la seguridad ambiental (evitando la liberación de agentes peligrosos). Las actualizaciones de los protocolos bien podrían incluir la obligatoriedad de certificaciones para garantizar la eficacia de los EPP.
Tanto mejor si adoptamos las innovaciones que se proponen: materiales con sensores que pueden monitorizar signos vitales y nivel de fatiga; materiales que pueden informar la presencia de agentes biológicos para que el usuario tome precauciones; y materiales biodegradables.
6. Mejorar la capacitación y recursos académicos:
La capacitación es, sin lugar a duda, un factor clave para los próximos años. Se requieren más expertos en bioseguridad y biotecnología. Podríamos:
Conclusión
El éxito en estos próximos años dependerá de cómo normalicemos la bioseguridad en la vida social y económica de nuestros países. Podemos transformar los desafíos en oportunidades para fortalecer la bioseguridad: superar la barrera económica, crear una cultura de bioseguridad adaptada a las necesidades de zonas urbanas y rurales en Latinoamérica y adoptar el uso de tecnologías innovadoras para los EPP y los trabajos de alto riesgo, nos permitirán vivir en un mundo más saludable y seguro.
[1] Araya-Quesada, M. & Craig, Wendy & Ripandelli, Decio. (2012). Biosafety of genetically modified organisms in the Latin American and the Caribbean Region: Main needs and opportunities for strategic capacity building. AgBioForum. 15. 77-88.
Por Katy Schuth B. – Redactora