Actualizado julio 29 – 2025
Revisado septiembre 22 – 2023
Publicado enero 21- 2021
Ante el riesgo actual de las infecciones,
¿reaccionar o prevenir?
Tiempo de lectura:
7 min
Las infecciones ponen en jaque a instituciones sanitarias en todo el mundo. Las RAM y la aparición de nuevas enfermedades zoonóticas son riesgos críticos a futuro. ¿Qué alternativa tenemos?
¿Estaría usted dispuesto a invertir dos dólares por persona para implementar un plan de prevención y control de infecciones en su hospital? O mejor aún, ¿se imagina los resultados del próximo año si tomara hoy la decisión de reducir en un 50% las infecciones prevenibles?
¿Estaría la junta directiva de su institución lista para tomar esa decisión si supiera que el costo de reducir riesgos para prevenir pandemias es cien veces menor que el de reaccionar[1]?
Estas no son preguntas teóricas. Hoy, se trata de decisiones estratégicas que las instituciones de salud deben plantearse con urgencia. La prevención de infecciones ha dejado de ser exclusivamente un tema clínico para convertirse en un pilar de la sostenibilidad financiera y la reputación institucional.
Para determinar qué tan necesario es tomar esta decisión, analicemos el riesgo actual y futuro de las infecciones.
La amenaza silenciosa de la resistencia antimicrobiana (RAM)
Mientras los avances médicos nos dan la sensación de control, innovación y gran desarrollo, dentro de las paredes de las clínicas y hospitales se vive día a día la amenaza de la resistencia antimicrobiana (RAM). El costo humano y económico es devastador.
En 2019, un estudio de referencia global publicado por The Lancet reveló cifras que deberían alarmar a cualquier gestor de salud:
millones de muertes
fueron directamente causadas por infecciones bacterianas resistentes a los medicamentos.
millones de muertes
estuvieron asociadas a la RAM
ese mismo año.
Para ponerlo en perspectiva, la RAM mata directamente a más personas cada año que el VIH/SIDA o la malaria. Patógenos como Escherichia coli , Staphylococcus aureus, Klebsiella pneumoniae, Streptococcus pneumoniae, Acinetobacter baumannii y Pseudomonas aeruginosa, tan comunes en entornos hospitalarios, encabezan la lista de las bacterias más letales y resistentes.
Sabemos que se necesita aumentar la velocidad de las investigaciones y descubrimientos de nuevos antimicrobianos. Pero mientras tanto, la alerta es mundial: una crisis sanitaria por enfermedades multirresistentes podría afectar más a los países en desarrollo, aunque, en un mundo globalizado, el impacto en los países ricos podría ser igualmente severo.
Las proyecciones estiman que para 2050, podrían morir diez millones de personas al año por estas causas. Esa es ya una cifra dolorosa. Pero sigue otra pregunta que inquieta más aun: ¿Cuál sería el costo si no actuamos de forma decisiva: puede el sistema resistir operativa y financieramente esa situación?
Ignorar las cifras no parece una opción.
El origen de las próximas crisis: ¿de dónde vendrán los nuevos desafíos?
Las infecciones no tienen solo como protagonistas los virus y las bacterias que ya conocemos. El cambio climático, la deforestación, el uso indiscriminado de antibióticos, la no adherencia a las medidas de prevención y control y la globalización, aceleran la aparición de nuevas amenazas. En los últimos 25 años se han clasificado cerca de treinta enfermedades emergentes. Algunas están causadas por bacterias otras por hongos o por parásitos y las más peligrosas han sido causadas por virus. Ejemplos:
Gripe aviar
• Brucelosis •
Enfermedad de las vacas locas
• SARS •
Rabia
• MERS •
Ébola
• COVID-19 •
Siempre hemos estado expuestos a estas enfermedades. La peste negra es un claro ejemplo, pero en los últimos años, la ocurrencia de estos eventos ha incrementado.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) nos recuerda que:
El 60% de las enfermedades infecciosas humanas
son de origen animal (zoonóticas).
El 75% de las enfermedades emergentes,
como el Ébola, SARS, MERS y COVID-19, tienen origen en animales.
Cada año, las infecciones zoonóticas ya causan 2,400 millones de casos de enfermedad y 2.2 millones de muertes[2]. EL riesgo se ve claro. Luego, la pregunta no es si enfrentaremos una nueva epidemia, sino si estaremos listos cuando llegue.
De la reacción a la prevención
Reaccionar ante una crisis siempre será exponencialmente más costoso que prevenirla. Un informe de IPBES[3] (Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas) estimó que el costo de prevenir pandemias es 100 veces menor que el costo de reaccionar a ellas.
Entonces, traslademos esa afirmación a una institución sanitaria. ¿Cuánto cuesta cada Infección Asociada a la Atención en Salud (IAAS)? Los costos incluyen:
Imaginar el escenario de una reducción del 50% en estas infecciones es fácil: el ahorro no sería marginal, sería un impacto directo y significativo en la rentabilidad y eficiencia operativa de la institución.
El Banco Mundial ya calculó el costo de la prevención a gran escala: implementar un paquete de acciones preventivas esenciales en países de ingresos medios y altos costaría alrededor de dos dólares por persona. Una cifra sorprendentemente baja frente al costo millonario de un solo brote intrahospitalario o de una crisis sanitaria como la del COVID-19.
Plan de Acción: ¿qué hacer para prevenir infecciones a futuro?
Adoptar un enfoque preventivo es una respuesta lógica y rentable. Las instituciones líderes no esperan la crisis; la previenen activamente. Las acciones estratégicas deben enfocarse en:
Formación y gobernanza de antibióticos:
implementar programas de uso racional de antimicrobianos para frenar el desarrollo de la RAM.
Cultura de prevención:
capacitar continuamente a todo el personal, desde el clínico hasta el administrativo, en las mejores prácticas de prevención de IAAS, como la higiene de manos, el uso correcto de equipos de protección y la limpieza de superficies.
Inversión en diagnóstico:
fortalecer o crear laboratorios de microbiología para detectar rápidamente y con precisión los patógenos causantes, para adoptar un tratamiento efectivo y oportuno.
Gestión integral de residuos:
implementar protocolos estrictos de la gestión de residuos peligrosos, para proteger al personal y al medio ambiente.
Uso de insumos y barreras de alta seguridad:
utilizar ropa quirúrgica, campos y elementos de protección de uso único y de alta calidad que garanticen la máxima seguridad para el paciente y el personal médico, para interrumpir las cadenas de infección.
Conclusión
Las infecciones continúan siendo una amenaza crítica para la salud global y la sostenibilidad de las instituciones sanitarias hoy y a futuro. Continuar en un modo reactivo es una estrategia costosa. En cambio, los costos de la prevención son mínimos en comparación con la reacción. Este enfoque podría proteger a la institución y a todo el sistema de salud.
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[2] Datos de la OPS
[3] Página oficial del Informe: IPBES Workshop on Biodiversity and Pandemics
Puedes consultar también:
Por Katy Schuth B. – Redactora