De la promesa de ahorro al costo real:
lecciones sobre calidad y logística en el sector salud
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El precio unitario es similar a la punta de iceberg: hay que mirar más abajo. Los costos de una disminución de precio y calidad tienen riesgos costosos.
En el actual contexto de crisis en el modelo de la salud en Colombia, los responsables de adquisiciones en instituciones sanitarias se enfrentan a una presión constante por optimizar recursos. Ante esta realidad, aparece la oportunidad de comprar a proveedores de dispositivos e insumos médicos que ofrecen precios más bajos. Sin embargo, una experiencia recurrente se repite en el sector: «la decisión de ahorro suele derivar en fallas críticas de calidad y servicio», llevando a los compradores a regresar a sus proveedores tradicionales. Este fenómeno no es un fracaso de la gestión, sino una poderosa validación de que, en salud, los estándares de excelencia requieren un aliado a la altura. La capacidad para adaptarse, aprender y mejorar es entonces una necesidad.
La logística: puente invisible entre el insumo y la vida del paciente
En el sector de la salud, la logística no se trata simplemente de mover productos de un punto a otro. Es el puente invisible entre la disponibilidad del dispositivo médico específico, de la instrumentación esterilizada, el equipo médico y la oportunidad clínica de intervenir un paciente. Si cada minuto cuenta, una falla en logística significa:
Aplazamiento de cirugías con impacto en la progresión de la enfermedad.
Subutilización de quirófanos y equipos médicos de alto costo.
Desperdicio de tiempo especializado (cirujanos, anestesiólogos, instrumentadores).
Estrés emocional para equipo quirúrgico, pacientes y familias.
La promesa de un precio más bajo oculta costos imprevistos que anulan el impacto deseado de un menor precio de compra: una logística deficiente trasciende lo meramente operativo y se convierte en un problema clínico que afecta la rentabilidad.
La falsa economía de la baja calidad: costos ocultos que impactan la capacidad de respuesta hospitalaria
Ver en una hoja de cálculo los efectos de una decisión de compra a un proveedor por precio es muy diferente a experimentar ese cambio en los quirófanos, las UCI, las salas de consulta externa. Las consecuencias operativas son profundas y pueden superar con creces el ahorro esperado.
Costo de las IAAS:
las infecciones asociadas a la atención sanitaria son probablemente el costo humano y financiero más grave que puede ser vinculado a la calidad de los insumos y dispositivos médicos. El equipo médico no se resigna a trabajar con elementos de mala calidad, porque fallan: no ofrecen la protección necesaria para ellos ni para el paciente. El uso de dispositivos de mala calidad tiene un impacto severo en el paciente, quien debe afrontar situaciones como la prolongación de su incapacidad, dolor, repetición de intervenciones, secuelas y muerte. Para la institución el costo es cuantificable: se estima que un paciente con IAAS puede incrementar entre un 30% a un 200% el costo de hospitalización. Además, imposibilita el ingreso de nuevos pacientes, considerados más rentables.
Costo de la pérdida de reputación y erosión de la confianza:
la reputación en el sector salud es un activo intangible que se construye durante años y puede perderse rápidamente. Publicaciones en redes sociales, voz a voz entre amigos y familiares y entre profesionales de la salud, pueden afectar la confianza en la institución. Normalmente este factor se subestima. Sin embargo, puede conducir a la pérdida de acreditaciones y contratos, la disminución de pacientes con pólizas privadas, la no preferencia de ciertas instituciones a utilizar servicios y la dificultad para retener y atraer a los mejores profesionales.
Costos por fallas, riesgos y desperdicios:
los usuarios prefieren prevenir fallas en los productos de baja calidad y exponerse a los riesgos biológicos o afectar al paciente. Por eso duplican insumos, por ejemplo, usan dos guantes o dos batas en lugar de una sola. Esta práctica exige más compras, más inventario y genera más desperdicio.
Costos por tiempos muertos:
la reprogramación de cirugías por falta de insumos críticos o por aumentar los refuerzos necesarios en los campos y batas quirúrgicas tienen un impacto directo en la productividad y, por ende, en los ingresos.
Costo por gestión de crisis:
el tiempo y los esfuerzos dedicados a solucionar los inconvenientes de despachos, trazabilidad y calidad supone una pérdida en otro lugar y tarea. La productividad se afecta.
El costo total real
En este orden de ideas, al buscar una mejor distribución de los recursos no es suficiente comparar precios de compra para determinar el ahorro. El precio unitario es similar a la punta de iceberg: hay que mirar más abajo. Los costos de una disminución de precio y calidad tienen riesgos costosos.
La fórmula en la hoja Excel debe incluir el verdadero cálculo del costo más allá de la factura de compra. La ecuación del valor real debe considerar:
El precio de compra
sumado a:
Los costos de las fallas de calidad
infecciones (IAAS), desperdicio de insumos, tiempos muertos.
Los costos del mal servicio
reprogramación de cirugías, gestión de crisis, horas de personal administrativo y sanitario especializado.
El costo
intangible
el impacto en la reputación y la confianza del paciente.
Solo al comparar esta suma con el ahorro inicial, se revela la verdadera dimensión de la decisión.
Hacia una alianza estratégica más profunda
En la industria y en el sector salud es bien conocido ese dicho de «detrás de la calidad está el precio». Un precio más alto se debe poder explicar en ciertas prácticas del proveedor: invierte en procesos, tecnologías, investigación, normas internacionales, certificaciones, insumos, capacitación de equipos entrenados en la importancia de productos de alto desempeño para la salud.
El hecho de que los clientes regresen después de una experiencia con un proveedor de menor calidad es una prueba contundente de que han reconocido el valor de un estándar superior. Este retorno es más que un “reingreso”, es la posibilidad de consolidar una alianza basada en el conocimiento de los valores que se ofrecen mutuamente.
En adelante, la tarea podría avanzar más allá de las compras para crear más valor:
Conclusión
La experiencia de probar con alternativas más económicas para luego regresar a sus proveedores tradicionales no es error de improvisación; por el contrario, es un aprendizaje de gran valor para las organizaciones: la estrategia de precio debe considerar el costo de su implementación.
Queda claro que elegir productos de calidad aumenta la posibilidad de un real ahorro en todo sentido, especialmente en la seguridad del personal sanitario y la calidad de la atención.
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Por Katy Schuth B. – Redactora