Actualizado junio 4 – 2024
Publicado abril 21 – 2022
15 estrategias para prevenir infecciones y aumentar la seguridad del paciente
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La disminución de las infecciones asociadas a la atención sanitaria es uno de los objetivos internacionales para la seguridad de los pacientes. Conoce el riesgo y algunas estrategias prácticas para su control.
La seguridad del paciente se ha convertido en un tema de alta prioridad en muchas instituciones sanitarias en el mundo. Este enfoque responde al principio de “Primum Non Nocere“, lo primero es no hacer daño, y busca no solo satisfacer a los pacientes, sino también fortalecer la imagen institucional, promover el conocimiento científico en salud y buscar la sostenibilidad del sistema.
Impacto de la atención insegura en la salud
Desde hace años la Organización Mundial de la Salud realiza seguimiento a los eventos negativos en la prestación de los servicios sanitarios. Los indicadores[1] alertan sobre la necesidad de abordar el tema de la seguridad del paciente en cada institución de salud. Por ejemplo:
Muchos de estos eventos son prevenibles y están relacionados con errores en la medicación, errores en el diagnóstico e infecciones contraídas durante la atención.
Además, las infecciones asociadas a la atención sanitaria, IAAS, conllevan a una disminución en la capacidad de atención de nuevos pacientes, altos costos en la recuperación de los pacientes infectados y, por ende, una baja rentabilidad en la operación de las instituciones y del sistema de salud. También, un alto riesgo para el personal de salud y para la humanidad: las infecciones resistentes a los antimicrobianos han aumentado y no así los fármacos, lo que hace temer que, de no disminuirse los casos, tendremos cada vez más infecciones difíciles e imposibles de curar.
Objetivos internacionales de seguridad del paciente
Distintos organismos en todo el mundo trabajan hoy para fortalecer una cultura enfocada en el paciente. Una de ellas se considera el primer centro del mundo dedicado a la seguridad del paciente. Creada en el 2005, la Joint Commission International Center for Patient Safety ha establecido seis objetivos internacionales para la seguridad del paciente:
Cubrir estos seis grandes temas ayudará a mejorar la calidad asistencial en centros de gran complejidad y en pequeñas instituciones.
Estrategias para prevenir IAAS
En general, podemos afirmar que los protocolos actuales resuelven bien el riesgo a infecciones. Sin embargo, en la práctica algo falla y los resultados no son los esperados. Se han ensayado distintas estrategias para lograr la adherencia a los protocolos. Por ejemplo, involucrar a los pacientes en su seguridad. ¿Qué diría un paciente si la institución le pide advertir si los profesionales de la salud se desinfectaron las manos en el momento de ingresar a la habitación? Probablemente aumente su compromiso con su propia higiene y ayude al control. También, se han ensayado con éxito grabaciones que detectan y felicitan al personal sanitario cuando se lava correctamente las manos. Otra solución ha sido mejorar la logística, esto es, por ejemplo, instalar dispensadores de desinfectantes y guantes en donde se requieran.
Otras estrategias para disminuir las IAAS son:
Prescribir antibióticos solo cuando sea estrictamente necesario.
Tener controles estrictos en el manejo de las donaciones de sangre, para evitar contaminación y entregarla solo al paciente indicado.
Usar guantes en la atención a pacientes siempre que suponga contacto con sangre y otros líquidos corporales, heridas, tejidos corporales y membranas mucosas.
Disponer de lavamanos y desinfectantes en los lugares indicados para realizar una buena higiene de manos antes y después de la atención de cada paciente.
Usar elementos de protección personal (EPP) de uso único, tales como gorros, batas, mascarillas/tapabocas, protectores oculares y polainas, para contener pelos, células muertas de la piel, virus, hongos y bacterias, que podrían infectar a los pacientes.
Usar la ropa de protección adecuada al nivel de riesgo que se tenga.
Organizar jornadas de vacunación antigripal, contra la influenza, el Covid19 y la hepatitis para todo el personal sanitario que tiene contacto con pacientes.
Usar paquetes quirúrgicos de uso único con un desempeño adecuado para cada tipo de cirugía, de manera que el volumen de fluidos corporales no sea un riesgo para los pacientes ni para el equipo quirúrgico.
Realizar cambios de los protectores de camilla para evitar que un paciente contamine a otro cuando acuden a la atención médica.
Tener buenas prácticas en el uso de catéteres urinarios y catéteres venosos.
Limpiar las habitaciones, equipos y superficies con paños que realmente limpien, sequen y no dejen pelusas ni arrastren agentes infecciosos de un lugar a otro.
Esterilizar el instrumental y los equipos médicos después de cada uso en autoclaves adecuados y con barreras de esterilización óptimas para el proceso y la conservación de la esterilidad.
Aislar a los pacientes con infecciones respiratorias para evitar brotes, epidemias y pandemias.
Dar manejo especial de los pacientes adultos, neonatos e inmunodeprimidos, por su alto riesgo de contraer infecciones, incluyendo el uso de batas y paquetes quirúrgicos de uso único, tapabocas, guantes y paños desechables para la higiene.
Tratar los residuos peligrosos hospitalarios como se indica en los manuales tanto en el momento de la recolección en los recipientes indicados como al hacer su disposición final.
Cada estrategia parece sencilla, sin embargo, exige un gran engranaje de todas las personas que trabajan en la institución y una cultura centrada en el paciente y en los resultados. El objetivo es «prevenir y reducir los riesgos, los errores y los daños que sufren los pacientes durante la prestación de la asistencia sanitaria»[3].
Este gran propósito es posible si se aprende día a día de los errores y eventos que ocurren. Solo con la autoevaluación es posible avanzar hacia la mejora continua.
Por Katy Schuth B. – Redactora