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Actualizado noviembre 29 – 2022
Publicado febrero 25 – 2021

Buenas prácticas de uso
de protectores de camilla

Buenas prácticas de uso de protectores de camilla

Tiempo de lectura:
7 min

  • Introducción
  • Cómo ocurren las infecciones en consulta externa
  • Cómo proteger a los pacientes en consulta externa
  • Buena práctica #1: la higiene
  • Buena práctica #2: usar protectores
  • Buena práctica #3: frecuencia de cambio de los protectores de camilla
  • Buena práctica #4: elegir protector según necesidad
  • Buena práctica #5: disposición final de los protectores
  • Conclusión

¿Es posible que un paciente ingresado por trauma adquiera una infección mientras es transportado para una tomografía? ¿O que un adulto mayor manifieste sentirse mal días después de una endoscopia? ¿Que una joven sea la causa de la infección en una paciente con cáncer que se realizó una biopsia?

Sí, esas situaciones son posibles.

Especialmente si en esos ambientes sanitarios no se realizó correctamente la higiene de la camilla o el cambio del protector de camilla.

Cómo ocurren las infecciones en consulta externa

En consulta externa, durante una prueba diagnóstica o terapéutica, es muy probable que, después de un uso, las camillas o los protectores de camilla se contaminen con los fluidos corporales de un paciente, como sangre, secreciones, sudor, pus, orina o moco; con microorganismos que fueron transportados en la ropa del paciente; o con hongos que estaban en el ambiente; o con líquidos de precaución universal.

Muchos fluidos pueden estar cargados de microorganismos potencialmente infecciosos, especialmente, si contienen sangre. Al entrar en contacto con la sábana de la camilla, esta queda contaminada lo que representa un claro riesgo para el próximo paciente.

La infección puede ocurrir si suficientes microorganismos atraviesan las barreras naturales de la piel o las mucosas. Las bacterias, virus y hongos pueden llegar a los tejidos del paciente a través de una pequeña herida en la piel o por contacto directo con las mucosas e iniciar un proceso infeccioso.

Este tipo de situaciones pueden presentarse fácilmente en un entorno sanitario en el que confluyen personas enfermas que, por un lado, presentan soluciones de continuidad en la piel (heridas quirúrgicas, traumas, punciones, problemas en la piel y mucosas) y, al mismo tiempo, pueden tener una alteración de la flora microbiana y un sistema inmunológico deficiente por la misma condición de salud, haciéndolos más vulnerables al contacto con microorganismos patógenos.

El riesgo de contaminarse durante una consulta externa o en urgencias no pasa desapercibido, está catalogado como de nivel intermedio.

Por esta razón, tener una buena práctica de cambio de protectores de camilla podría ayudar a muchos pacientes a evitar infecciones.

Cómo proteger a los pacientes en consulta externa

Las instituciones de salud tienen responsabilidades claras para mantener los ambientes libres de contaminantes y los equipos médicos higienizados.

Por lo tanto, una buena práctica de uso de camillas y protectores de camilla hace parte de los protocolos de seguridad de trabajadores de la salud y pacientes.

Recomendamos observar estas buenas prácticas en los manuales de bioseguridad de las instituciones sanitarias:

  • Buena práctica #1: la higiene

Las actividades de limpieza, desinfección y conservación de las camillas, así como de otras superficies y equipamientos, se realizan para tener un ambiente propicio para las actividades del día y evitar la diseminación de microorganismos entre pacientes y los profesionales de la salud.

La higiene se realiza considerando la frecuencia de uso de la camilla y el nivel de exposición a líquidos de precaución universal:

  • Si solo entra en contacto con piel sana de los pacientes: realizar limpieza adecuada y secado, y al final de la jornada realizar desinfección de nivel intermedio o bajo.

  • Si entra en contacto con membranas mucosas y piel no intacta: debe estar estéril para atender al paciente o haber sido mínimamente sometida a desinfección de alto nivel.

Es normal que las camillas sin protección presenten deterioro. Los desinfectantes causan manchas y debilitan los colores y materiales.

  • Buena práctica #2: usar protectores

Una solución para proteger las camillas y prolongar su vida útil es usar un material protector que evite el contacto con fluidos de los pacientes y aumente así la higiene del equipo. Se necesita un protector que:

  • Evite que los fluidos traspasen el material y lleguen hasta la camilla; y

  • Sea capaz de contener los fluidos corporales.

El plástico y las telas de algodón no cumplen bien estas funciones. En el caso de los protectores de algodón o materiales similares, los líquidos contaminados impregnarán la tela rápidamente, traspasando hasta la camilla. Este tipo de protector, por la estructura del tejido, no ofrece ninguna barrera. En el caso de protectores plásticos, los líquidos no traspasarán, pero se regarán o quedarán flotando, aumentando el riesgo para pacientes y personal de salud de contaminarse por contacto o salpicaduras.

Además, el trabajo de limpieza e higiene será exigente y costoso: limpiar y desinfectar la camilla con frecuencia y lavar la sábana con el protocolo debido.

Por eso, se recomienda el uso de protectores de material no tejido o descartable para manejo de pacientes con presencia de pocos fluidos y de protectores de uso único con refuerzos absorbentes cuando se espera una alta presencia de fluidos.

¿Qué características tienen estos materiales?

Los protectores de material no tejido tienen una tecnología especial: no permiten que los líquidos traspasen el material y contaminen la camilla. Si se producen gotas de un paciente, estas quedarán atrapadas en el protector. Al retirarlo, los microorganismos se irán entre los poros y, al vestir de nuevo de la camilla, se tendrá una barrera efectiva y segura entre la camilla y el paciente que sigue.

Los protectores absorbentes tienen una tecnología aún mayor: son capaces de encapsular y, en algunos casos, solidificar la humedad. Son ideales para atender pacientes con incontinencia y grandes heridas en UCI y hospitalización. Protegerán los equipamientos (cama, camilla, silla de ruedas, por ejemplo) y mantendrán al paciente confortable y más seguro.

Los protectores de uso único optimizan las técnicas de asepsia. El material descartable es más higiénico y seguro para el paciente, porque, claramente, al ser utilizado está libre de fluidos corporales ajenos y de agentes patógenos. Además, reduce los procesos de lavado, transporte y trazabilidad para determinar cuándo deben dejar de usarse. El esfuerzo y tiempo dedicado para alistar el espacio para el siguiente paciente es mínimo.

  • Buena práctica #3: frecuencia de cambio de los protectores de camilla

Supongamos esta práctica común: llega el paciente a revisión de la cirugía. Está en la camilla. El médico retira el vendaje. Mientras observa la herida en su proceso de cicatrización y habla con el paciente sobre sus cuidados en casa, apoya las manos en la camilla. ¿Alguien había cambiado antes el protector de camilla? El médico continuará tocando la herida para verificar su estado. ¿Está seguro de no haberla infectado? ¿Alguien cambiará el protector después de la atención a este paciente?

La mejor práctica para prevenir infecciones es retirar el protector antes y después de cada paciente, tal como se hace con el lavado de manos.

Si no se realiza el cambio, los microorganismos del paciente anterior pueden estar en el protector de la camilla, esperando la llegada de un nuevo huésped.

  • Buena práctica #4: elegir protector según necesidad

El uso que tiene la camilla debe determinar el tipo de protector a usar. Por ejemplo, una camilla de ambulancia, de urgencias, rayos X o para transportar internamente los pacientes requiere un protector que:

  • Repela fluidos

  • Tenga bajo desprendimiento de pelusas

  • Permita trabajar cómodamente con el paciente

  • Ahorre tiempo en las actividades de higiene y alistamiento

En estos casos, el riesgo de infección es alto. Muchos de los pacientes presentarán heridas o lesiones en la piel que pueden ser infectadas por los patógenos dejados por otro paciente, motas o por su propia flora microbiana. Controlar los fluidos corporales es clave en la prevención de infecciones.

Las camillas para procedimientos terapéuticos requieren protectores con iguales características y, además, estériles. En cambio, para una camilla de consulta médica o fisioterapia son óptimos los rollos de material descartable.

  • Buena práctica #5: disposición final de los protectores

Los protectores, al estar impregnados de fluidos corporales, deben considerarse residuo con riesgo biológico y por lo tanto, se deben disponer en bolsas rojas.

¿Son diferentes los de fisioterapia a los de Rayos X? No. El sudor dejado por un paciente en fisioterapia puede ser tan infeccioso como el de urgencias o Rayos X. En todos los casos, los protectores deben ser considerados como material de riesgo biológico.

Al definir qué tipo de protectores usar en la institución, se debe evaluar el peso de los materiales. Los protectores plásticos o de la tela de algodón pueden resultar más pesados que los de uso único, lo que marcará un mayor costo en la disposición final.

Conclusión

Las camillas pueden ser el foco de infecciones nosocomiales entre pacientes y trabajadores de la salud. Por eso, una buena práctica de uso de protectores puede ser la solución. Recomendamos los de uso único porque la estructura del material resulta una mejor barrera para prevenir infecciones. Estos protectores son óptimos para evitar rápidos deterioros en las camillas, aumentar la higiene del entorno y agilizar el alistamiento. Para aumentar la calidad de la atención, ahorrar tiempo y esfuerzo se debe considerar qué tipo de protector se debe utilizar de acuerdo con la presencia de fluidos corporales.

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