La huella de Nightingale:
la enfermería como agente clave en el control de infecciones
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Celebrar el Día Internacional de la Enfermería es más que felicitar. Es reconocer que en el personal de enfermería está la seguridad de todos. Toda acción en el control de infecciones comienza, casi siempre, con una persona que observa, piensa y decide actuar. Tal como Florence Nightingale.
Hace frio. La sala está llena de pacientes que arden en fiebre, algunos deliran. Huele a humedad, a sudor y descomposición. Florencia, linterna en mano, hace una última ronda. Anota en su cuaderno lo que va viendo: camas sucias, vendajes empapados, baldes sin lavar, toallas rotas. ¿Hace cuántos días no los bañan? Anota.
Florencia quiere aliviar el dolor y, sobre todo, ayudar a que los soldados regresen a casa. De pronto, una palabra que siempre la ha acompañado toma sentido: orden. Orden en las rutinas, en el entorno, en los cuidados. Orden que empezaba por lo más simple: mejorar la ventilación y la limpieza del hospital, cambiar la ropa de cama con frecuencia, lavar a los pacientes y mantenerlos limpios, limpiar las heridas con regularidad, organizar el espacio y los cuidados.
Pronto, los pacientes empezaron a restablecerse. En unos pocos meses y después de otros cambios en la infraestructura y los insumos utilizados, la mortalidad en el Hospital Scutari se redujo del 42% al 3%. Ella no hablaba de bacterias, pero supo que hay prácticas seguras que reducían las infecciones por contaminación cruzada.
Florencia, Florence Nightingale, cambió el modo en que se cuida a los heridos y con sus acciones, transformó la historia de la enfermería. Hoy, más de 150 años después, su lámpara sigue encendida en cada unidad de cuidados intensivos, cada sala de urgencias, en cada ronda silenciosa en la madrugada. Y por eso, el 12 de mayo se conmemora su legado y se celebra a quienes, como ella, eligen cuidar a los pacientes.
En un sistema de salud cada vez más complejo, el personal de enfermería continúa siendo el pilar esencial de la atención segura. En la lucha diaria contra las infecciones asociadas a la atención en salud (IAAS), el personal de enfermería es clave. Su formación, criterio clínico y capacidad para implementar los protocolos de prevención hacen la diferencia entre la complicación y la recuperación de los pacientes, entre la estadía prolongada y el alta oportuna, entre el riesgo y el cuidado. Y lo hacen así:
Guardianes de las prácticas seguras y la higiene
La pregunta de Florencia sigue estando vigente hoy: ¿cómo podemos reducir el sufrimiento evitable? ¿Qué podemos hacer —hoy, aquí, ahora, con este paciente— para evitar una infección?
Ejercer la enfermería implica estar en primera línea de las prácticas que definen la seguridad del entorno clínico. Ellos son los responsables de implementar los protocolos de higiene, verificar el uso correcto del equipo de protección personal (EPP), preparar y administrar medicamentos sin riesgos, utilizar correctamente los dispositivos médicos de uso único y aplicar técnicas asépticas en procedimientos invasivos y en el cuidado cotidiano de heridas y accesos venosos. En esencia, orden en los procesos y recursos.
Para ello es necesario crear condiciones de trabajo que permitan actuar con rigor, tiempo para hacer las cosas bien y acceso garantizado a insumos seguros.
Cuando el personal de enfermería dispone de dispositivos e insumos de uso único de calidad—batas, guantes, campos estériles, gasas—, reciben un refuerzo para realizar bien su misión. Estos productos se convierten en una apoyo para el cuidado, una barrera contra el riesgo y una señal institucional de que la prevención es una práctica sostenida.
Honrar la fecha del 12 de mayo es poner orden. Cada profesional de enfermería puede retomar la mirada de Florencia. Puede ser quien observa, quien decide, quien actúa, para reducir el riesgo, ahorrar recursos, protegerse y proteger a sus compañeros y, sobre todo, ayudar a la pronta recuperación de los pacientes.
Centinelas de la vigilancia y la detección temprana
El personal de enfermería es el primero en detectar signos de infección. Sabe que las Infecciones Asociadas a la Atención en Salud (IAAS) no anuncian su llegada con gran despliegue. Apenas se insinúan: un tono rojizo alrededor de la herida, un poco de fiebre, una tos nueva, una secreción inusual. Los momentos de atención al paciente son los precisos para observar y anotar.
Reportar es elevar las señales tempranas a alertas. Reconocer a tiempo una infección facilita su tratamiento. Reconocer a tiempo un brote puede salvar la vida de muchas personas. La información que recolecta el personal de enfermería es estratégica. Es data para el sistema de vigilancia epidemiológica, la identificación de patrones y la puesta en marcha de acciones de control.
Para romper la cadena de transmisión de infecciones se requiere formación clínica, experiencia y ética del cuidado. Estas condiciones mejoran los reportes y hacen que las alertas escalen.
Educadores y líderes en la promoción de la cultura de seguridad
El conocimiento compartido juega un rol importante en la prevención de infecciones. Cuando un enfermero o una enfermera explica a un cuidador por qué debe lavarse las manos antes de tocar a su ser querido, está enseñando algo importante. Cada vez que le muestra a un estudiante cómo colocarse correctamente los guantes y el tapabocas, está formando. Siempre que le recuerda a otro compañero una medida de higiene olvidada, está liderando.
La prevención de infecciones es una cultura compartida, una manera de entender que cada acto de cuidado dentro y fuera de la institución protege o pone en riesgo al paciente.
Así lo entendió Florencia Nightingale. El liderazgo en la prevención de infecciones se basa en entender lo que pasa y realizar acciones en concordancia. El cuidado seguro no es exclusivo de algunos centros sanitarios, es parte esencial del trabajo de enfermería bien ejecutado. En los hospitales donde el personal de enfermería promueve activamente las buenas prácticas, toda la institución se contagia de una actitud más responsable frente a las IAAS. En las casas donde se enseña orden y limpieza, los pacientes salen adelante.
Conclusión
En aquella sala fría del siglo XIX, Florence Nightingale no solo paseó una lámpara: encendió una forma de ver. Recorrer camas, registrar síntomas, identificar causas y promover el orden y la limpieza no solo eran gestos compasivos, sino profesionales, analíticos, transformadores.
Ese espíritu tiene que seguir inspirando hoy en todo el mundo al personal de enfermería y a las instituciones sanitarias. Que veamos a Florencia en todas partes: orden, limpieza, cuidados, agua potable, manos limpias, insumos de calidad. Observación, reporte. Método. Análisis. Vocación. Decisión de hacer algo que salve vidas.
En UM celebramos con el corazón el Día Internacional de la Enfermería 2025.
Por Katy Schuth B. – Redactora