Actualizado octubre 27- 2022
Publicado junio 18 – 2020
10 criterios para escoger
la mejor bata para cirugía
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Las personas encargadas de las compras para la institución de salud tienen en ocasiones dificultades para decidir qué batas quirúrgicas adquirir. Deben sopesar varios aspectos: la costumbre, el costo, los atributos, las innovaciones, las demandas de los grupos de interés…
¿Qué criterios, exactamente, podrían utilizar para evaluar las ofertas y tomar la mejor decisión?
Probablemente, las batas quirúrgicas son el elemento de protección personal más conocido en el mundo. Desde hace muchos años, no concebimos a un cirujano sin una bata de cirujano. En la medida en que la ciencia ha avanzado en la comprensión de los riesgos biológicos para los equipos quirúrgicos, los responsables de estas decisiones han dado una importancia relevante a las batas quirúrgicas en la disminución de las infecciones en sitio operatorio y entre los profesionales de la salud.
Hoy, las batas quirúrgicas están descritas en muchos protocolos de bioseguridad como dispositivos médicos que:
- Protegen a los médicos e instrumentadoras de los fluidos de los pacientes.
- Protegen a los pacientes de microorganismos alojados en la piel o la ropa de los médicos.
En ese orden de ideas, ¿cómo diseñar la compra de las batas quirúrgicas más adecuadas para tu institución de salud? ¿Será mejor elegir batas de uso único o reusables? ¿Cuál ofrece más seguridad al paciente y más protección a los profesionales de la salud? ¿Por qué en tantos países desarrollados prefieren las de uso único? Al revisar los criterios, podrás entender la importancia de las batas quirúrgicas en los resultados de la institución a nivel sanitario y económico.
Estos son diez criterios que podrás utilizar para evaluar
qué batas quirúrgicas adquirir para tu institución sanitaria.
Básicamente debemos distinguir dos tipos de estructura del tejido:
El primero es un tejido ordenado, al que se le pueden observar los poros continuos y amplios y la simetría del tejido, conocido en el sector textil como trama y urdimbre, hilos que van en sentido vertical y en sentido horizontal. Las telas de algodón son el ejemplo clásico. Este tipo de tejido es permeable, deformable (arrugas), transpirable, absorbente y reusable. Al ser poco resistente o repelente al agua, los líquidos trasiegan por los hilos, los empapan, y pasan al otro lado. En un quirófano esta puede ser la causa de una infección: la sangre y otros fluidos pueden moverse por el tejido y arrastrar microorganismos patógenos desde el paciente al profesional de la salud y viceversa.
El segundo es un material no tejido. Para su elaboración se ha utilizado la técnica de fusionar fibras por calor, presión o químicos. Los hilos son desordenados, con una estructura más parecida a un enjambre o a un nido, y los poros son más pequeños. Este material tiene una mejor resistencia al agua y, por lo tanto, se presenta como “protector”. Durante una intervención, el equipo quirúrgico está más aislado de los fluidos del paciente y el paciente de que esos fluidos regresen a la herida operatoria contaminados. El material no tejido, que se utiliza en las batas de uso único, tiene entonces propiedades como barrera antimicrobiana.
Adicionalmente, a estas estructuras de tejido se les pueden adicionar procesos y materiales para mejorar su desempeño, para aumentar su capacidad de barrera, impermeabilidad, absorbencia y comodidad.
Las batas reusables exigen un proceso interno y externo para su mantenimiento y uso: recolección, lavado, desinfección, esterilización, doblado, almacenamiento, transporte y manejo como residuo. Estos procesos suponen mano de obra, materiales e insumos, equipos, tiempo y contratos, supervisión y control.
Las batas de uso único vienen nuevas y listas para usar: están empacadas y esterilizadas, limitando el número de procesos internos a almacenamiento, transporte interno y gestión de residuos.
Al comparar, el costo de todos los procesos resulta mucho mayor que el de adquirir batas listas para usar.
Además, las batas reusables son un residuo que tiene un peso considerable, contrario a lo que sucede con las de uso único así sean más. De acuerdo con la distancia y condiciones para la disposición final, este proceso puede resultar más económico por el tipo de bata.
Por estar en contacto con fluidos corporales categorizados como contaminantes, las batas de telas reusables deben ser lavadas con químicos que debilitan su estructura; así mismo, deben soportar el proceso de esterilización, que supone un fuerte desgaste al textil. Este tipo de batas tienen una vida útil limitada, pues la capacidad de barrera se pierde desde la primera lavada y hacer la trazabilidad de cada bata no resulta nada fácil.
Las batas de uso único se utilizan solo una vez, porque han sido diseñadas para ofrecer el máximo de protección: al no estar contaminadas y tener la barrera antimicrobiana intacta pueden ofrecer una mayor seguridad a profesionales y pacientes.
La capacidad de resistir a los líquidos y el bajo desprendimiento de patículas son dos características importantes para la seguridad de pacientes y profesionales en quirófano.
Las telas tipo algodón absorben y dejan traspasar los líquidos. Además, dependiendo de la técnica utilizada para el lavado, estas telas desprenden muchas motas e hilos, que quedan en el ambiente durante la cirugía y constituyen un muy alto riesgo de contaminación a la herida operatoria. Si el quirófano dispone de filtros, observará cómo se saturan rápidamente y requieren de un mantenimiento frecuente.
Los materiales no tejidos de alta tecnología, diseñados para usarse como dispositivos médicos seguros, no producen motas ni partículas.
El cuidado de la tela de las batas quirúrgicas impacta el comportamiento del gasto y del flujo de caja.
Las batas reusables, como ya vimos, requieren procesos internos, un costo permanente en insumos, equipos, mano de obra y servicios públicos. Si se trata de una nueva institución, la inversión en la primera compra será considerable. Como el desgaste es inevitable, deberá realizar compras periódicamente.
Con las batas de uso único se requieren menos procesos internos y/o contratistas y, por lo tanto, disminuyen los gastos de nómina, energía, agua, equipos y mantenimiento. Se realizan compras mensuales o bimensuales durante todo el año.
Los tiempos de recambio y alistamiento del quirófano son determinantes en la atención de pacientes y la rentabilidad de la institución.
Es bien sabido que, en muchas ocasiones, se retrasan cirugías esperando las batas quirúrgicas reusables y demás dispositivos necesarios que están en alguno de los procesos internos o externos.
Esta premura obliga también, muchas veces a la central de esterilización a realizar cargas ineficientes en los autoclaves para poder suministrar “a tiempo” las batas quirúrgicas. El uso de los autoclaves genera mayor gasto en recursos, mantenimiento y acorta la vida útil de los equipos.
Las batas de uso único y los paquetes quirúrgicos de uso único ofrecen esta ventaja: pueden estar listos en quirófanos, desde la primera hora de la mañana, evitando retrasos y gastos innecesarios.
En muchas instituciones, cuando se espera aumentar la productividad del quirófano, hacer más cirugías para mejorar los ingresos, se analiza el impacto de las batas.
La duración de las cirugías es un criterio técnico y científico de mucha importancia al momento de decidir qué batas adquirir.
Se tiene claro que una intervención que dura más de dos horas es una cirugía que supone una mayor exposición a los fluidos. ¿Resistirá la bata o los profesionales de la salud deberán cambiarse? ¿Estarán incómodos o, por el contrario, concentrados en la operación?
Para intervenciones de larga duración se diseñan elementos de protección personal más resistentes a la penetración de líquidos. Se espera que la bata no se impregne ni deje traspasar los fluidos aunque las maniobras del cirujano sean fuertes.
La tecnología actual permite disponer de batas quirúrgicas de uso único adecuadas en procedimientos de corta y larga duración.
De acuerdo con el tipo de especialidades practicadas en la institución, se pueden utilizar las distintas posibilidades de batas quirúrgicas. Incluso, se pueden diferenciar las batas del equipo quirúrgico según el riesgo de exposición a los fluidos.
Las batas ayudan a controlar el riesgo de infección por un nivel alto de fluidos corporales.
Como mencionábamos al comienzo, la sangre y otros líquidos pueden trasegar por los tejidos y llegar hasta los profesionales de la salud. Los cirujanos se incomodan mucho cuando sienten su ropa mojada. Cualquier pequeña herida en su piel podría ser la puerta de entrada para una infección; así mismo, ellos podrían ser los portadores de microorganismos en su piel y en su ropa, que los fluidos arrastran hasta el paciente, infectándolo. El temor a una infección en sitio operatorio genera distracción.
Los partos, cesáreas, lavados peritoneales, cardio, laparotomías, liposucciones, lipoesculturas, abdominoplastias y artroscopias de cadera, hombro y rodilla son ejemplos de cirugías de altos fluidos. En esos casos, se recomienda una bata de alto desempeño, que garantice la máxima protección y comodidad al cirujano.
Durante una intervención con un nivel moderado de fluidos, típico de procedimientos como herniorrafías, biopsias, cirugía otorrino, laparoscópicas y neurocirugías, los cirujanos quedarán bien aislados de fluidos con batas que tengan un mejor grado de protección en zonas críticas, como puños, mangas y frente.
Las cirugías con bajos niveles de fluidos, como apendicectomía, blefaroplastias, septorrinoolastia, oftalmología, setoplastias, requieren un nivel de protección moderado. El equipo quirúrgico estará bien protegido con batas tipo estándar.
En las cirugías de alta complejidad, el riesgo aumenta para el personal médico tanto por la exposición a fluidos corporales del paciente como por la duración de la intervención. En muchas instituciones sanitarias, se ha establecido que, en cirugías ortopédicas, cardiovasculares y de trasplantes, por ejemplo, solo se procede con batas de uso único. Las batas quirúrgicas de alto desempeño son las indicadas para estos casos porque ofrecen una barrera de alta protección a profesionales y pacientes.
En otras cirugías, tales como cirugías menores, biopsias, cirugía plástica fascial, otorrino, cardiología intervencionista, las batas estándar y las que tienen refuerzo en pecho y brazos prestan el nivel de protección adecuado.
La temperatura es un factor de comodidad y/o estrés para el personal en el quirófano. Tradicionalmente, la bata de algodón se ha considerado la más fresca: los poros habilitan la transpirabilidad. Cuando comenzaron a elaborarse batas con telas no tejidas era común escuchar que eran “calientes” y se creía entonces que las características resistencia al agua y frescura eran incompatibles.
Hoy, los materiales no tejidos han mejorado sus características de respirabilidad. Las batas quirúrgicas de alto desempeño pueden sentirse “muy confortables”, mientras ofrecen un nivel alto de protección como barreras antimicrobianas.
De igual forma, las batas de los pacientes pueden ayudarle a mantener una temperatura adecuada. Las batas más frescas o las que se impregnan rápidamente con líquidos, sumado a las temperaturas entre los 18 a 21 grados centígrados que deben manejarse en quirófanos, pueden provocar hipotermia, una condición que aumenta el riesgo de infecciones.
Conclusión
La adquisición de batas quirúrgicas es un asunto importante para una institución sanitaria.
No solamente interviene el criterio precio, sino que deben tenerse en cuenta criterios técnicos y científicos que mejorarán la productividad, la protección de los profesionales de salud, la seguridad del paciente y la rentabilidad. Estos son los criterios por los cuales muchos hospitales en los países desarrollados optan por batas quirúrgicas de uso único.
Por Katy Schuth B. – Redactora